El Reino Fungi: entre lo vegetal y lo animal
El Reino Fungi: entre lo vegetal y lo animal
Aunque los hongos poseen características propias de los vegetales y de los animales, en la clasificación de los seres vivos se les ubica en el Reino Fungi. Hoy analizamos las ventajas y desventajas de ser un hongo, así como todas las claves que han llevado a estos seres vivos a evitar su extinción.
En anteriores publicaciones, decribimos todas las partes de un hongo y todas las partes de una seta, analizando además cada una de las familias de hongos que pueblan la Tierra. Sin embargo, nunca hemos tratado la singularidad del Reino Fungi, al cual pertenecen todos los hongos que conocemos. Un reino tan familiar como distinto, tan lastrado por dificultades múltiples como dotado de otras numerosas ventajas.
Todos los hongos comparten características de las plantas y de los animales, por lo que no es posible encuadrarlos ni en el reino vegetal ni en el reino animal. Fue este problema taxonómico el que llevó a los biólogos a crear un nuevo reino en la clasificación general de los seres vivos: el Reino Fungi.
Los hongos se reproducen mediante esporas, del mismo modo que las plantas lo hacen valiéndose de polen. Sin embargo, su alimentación es animal porque pueden transformar la materia orgánica en nutrientes y energía. Esta mezcla de aspectos vegetales y animales, lejos de tratarse de una ventaja evolutiva, es la prueba de que los hongos carecen de las mejores características de ambos reinos.
A diferencia de las plantas, son incapaces de hacer la fotosíntesis. Al no poseer clorofila, los hongos no pueden convertir el agua, el carbono y la energía solar en hidratos de carbono. Los animales también carecen de esta ventajosa propiedad, pero al menos tienen el poder de desplazarse para así obtener su alimento. Por tanto, parece que los pobres hongos se quedaron sin las mejores partes cuando se hizo el reparto. ¿Cómo ha podido sobrevivir en el tiempo una especie que no puede desplazarse y además es incapaz de generar su propio alimento?
La respuesta es clara: gracias a su alta capacidad reproductiva. Como es sabido, siempre que sienten amenazada su superviencia, los hongos generan setas con el fin de perpetuar su especie mediante las esporas. De hecho, si deshechamos una seta recolectada y la lanzamos al suelo, a pesar de no seguir ya unida al micelio, esta no se descompondrá hasta abrir su sombrero y esparcir todas sus esporas.
La alta capacidad reproductiva y la resistencia de las setas son sólo dos de las herramientas usadas por los hongos para sobrevivir. El tercer medio somos nosotros mismos, los animales. Dado que los hongos no tienen capacidad para desplazarse, desde tiempos inmemorables se han valido del reino animal para suplir su carencia. En este sentido, varios son los hongos que atraen a los insectos mediante el olor hediondo o la bioluminiscencia nocturna de sus setas. Algo similar ocurre cuando las trufas atraen al jabalí generando un intenso olor, similar al de las feromonas del animal. La seta no deja de ser un reclamo visual u olfativo con el que engañar al animal de turno. En todos estos casos, la intención última del hongo es lograr que los animales transporten o consuman las esporas, colaborando así en la ingeniosa supervivencia del Reino Fungi.
Cabecera: ardilla mordiendo una seta (zedge.net).
Imagen 1: clasificación general de los seres vivos (fungiturismo.com).
Imagen 2: cervatillo oliendo un boletus (lagosecco.com).
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